Mi columna de este mes en el Portal de Ingeniería
http://www.portaldeingenieria.com/columnas/detalle/66/
No hace mucho escribía en mi blog
sobre el tema de la motivación y su importancia para generar un equipo
productivo. Comentaba en ese entonces que para mantener la motivación de
un equipo es necesario conocer a las personas y sus expectativas. Una
buena política de reconocimientos entre otras estrategias pueden dar
buenos beneficios en esta línea.
Sin embargo dentro de los equipos podemos encontrar gente que al iniciar
un nuevo proyecto, al regresar de vacaciones o simplemente de un fin de
semana descansado regresa el día lunes a su trabajo con mucha energía y
motivado para hacer las cosas bien.
¿Qué es lo que pasa unas horas o días después? Esta motivación se ve
reducida considerablemente o desaparece del todo. ¿Qué es lo que
ocurrió? Una posible respuesta es que no se utilizaron estrategias para
reforzar esta motivación.
En esta ocasión quiero plantearlo de otra forma.
Podemos estar invirtiendo mucho tiempo en pensar estrategias de
motivación, mientras que nuestro propio comportamiento, en lugar de
reforzar esa motivación, lo que hace es desmotivar, aun sin darnos
cuenta.
Por ejemplo, quizás a diferencia de nuestros colaboradores tuvimos un
fin de semana difícil y llegamos a la oficina quejándonos y hasta
gritando por que algún trabajo aun no se encuentra completado, a pesar
que la lógica nos indica que este atraso no es algo crítico aprovechamos
la situación para realizar una catarsis. Esto se relaciona con el
control de las emociones y en definitiva puede disminuir la motivación
que tenían los miembros del equipo para realizar su trabajo.
En otras palabras trabajar en definir estrategias de motivación es un
factor importante para el desarrollo de los equipos, pero el no caer en
comportamientos desmotivantes puede ser incluso más importante.
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